EL CAMINO DE LA CULTURA.


 La cultura de Silo.

 

I ETAPA: LOS INICIADOS.

Son las ocho de la madrugada y una fría mañana de enero, sorprende a los peregrinos atravesando el Concello de Barreiros (Lugo). Llevan ropa cómoda, poco peso en su mochila y un calzado apropiado para poder ir recorriendo los lugares del llamado camino primitivo del Norte o camino de los iniciados. Así van emulando a aquellos antiguos peregrinos que viajaron transportaron los restos del Apóstol, hacia el sepulcro de Santiago. La idea y lo que conocemos hoy del camino puede ser muy distinta a la que vivieron los hombres y mujeres en el medievo. En esta ocasión recorren unos lugares, que en la antigüedad fueron la casa de oración de unos monjes y conversos, junto a un abad llamado Sperauta o Sperautano. Los terrenos por donde discurre esta historia están comprendidos entre el Eo y el Masma; en los Concellos de Ribadeo, Trabada y Barreiros. La Mariña Lucense es una de las zonas costeras más vírgenes de Galicia, donde la niebla brinda un halo de misterio y donde los bosques se funden con el mar. Es cierto que el clima no siempre es bueno, pero cuando brilla el sol es pura magia. No pasan mucho tiempo caminado, cuando un tímido sol se abre paso entre las nubes, y les ofrece el majestuoso regalo de la luz, descubriendo los tesoros que guarda el paisaje.

 Nuestra ruta de hoy, nos conduce lejos del bullicio de las ciudades, acompañado solamente por los robles y el plácido escalofrío del paso de los siglos. No resulta nada extraño ese relato en una tierra atravesada por la ruta que lleva a Compostela. El trayecto del Camino Norte entre Ribadeo y Lourenzá, en la que los peregrinos abandonan definitivamente la costa, discurre en buena parte por Barreiros, y también lo hace el Camiño Natural do Cantábrico, otro largo recorrido a pie que conecta la Mariña Lucense, con tierras coruñesas sin perder nunca de vista el mar. Así pues, no debemos de ser simples turistas, tenemos que ser viajeros del tiempo, caminando por lugares donde el olvido ha borrado los escritos, pero las piedras ancestrales siguen contando su historia a quienes la quieran escuchar. El caminante entonces, podrá reencontrar la paz interior y descubrir la magia de una vida distinta dedicada a la oración y el trabajo. Vayamos pues, tras los pasos de esos monjes y eremitas que transformaron el lugar y dieron luz a una época oscura. Para ello debemos tener paciencia, observación y reflexión.

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